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JUDY VIVAR MOLINA

Emprendedora, Presentadora de TV, CEO KUNTY

Cada emprendimiento nace de un sueño, y cada mensaje que transmitimos tiene el poder de hacerlo crecer o de transformarlo en un motor de cambio. Como emprendedora y comunicadora, he comprendido que la sostenibilidad no es solo una meta, sino una forma de vivir y de comunicar. Hoy más que nunca, nuestras palabras son semillas para un futuro más consciente y responsable.

Desde que inicié mi camino como emprendedora, entendí que la comunicación no puede estar desconectada de las acciones que promovemos. No basta con desarrollar proyectos sostenibles; es necesario comunicar su valor de forma clara, honesta y constante, para inspirar a otros a ser parte del cambio. La sostenibilidad no puede quedarse en los informes de responsabilidad social: debe vivir en cada conversación, en cada mensaje que compartimos al mundo.

Recientemente, participé en la Cumbre de Sostenibilidad 2025 organizada por Ekos, un evento que reunió a líderes empresariales, autoridades y ciudadanos comprometidos con el desarrollo sostenible. Allí, fuimos testigos de la firma de un acta de compromiso por parte de diversas empresas, ratificando la importancia de actuar y de comunicar esa acción de manera auténtica y transparente. Fue un recordatorio poderoso de que la sostenibilidad no es solo un objetivo empresarial: es un pacto social.

La comunicación en el contexto del desarrollo sostenible no es solo una herramienta de marketing, sino un motor de cambio profundo y colectivo. En un mundo donde la información circula a una velocidad impresionante, las empresas deben ser transparentes, coherentes y auténticas en su comunicación sobre prácticas sostenibles. El análisis crítico de cómo las organizaciones comunican sus esfuerzos tiene un impacto directo en la percepción pública y en el compromiso de los consumidores.

Es cierto que hoy muchas empresas firman compromisos de sostenibilidad, como ocurrió en la cumbre que menciono, sin embargo, el verdadero desafío radica en que estas promesas se comuniquen de manera efectiva y se acompañen de acciones reales y medibles. La ciudadanía ya no se conforma con palabras vacías: exige que los esfuerzos sostenibles se traduzcan en resultados tangibles. En este sentido, la comunicación debe ser la herramienta clave para generar confianza y responsabilidad.

Como emprendedora, también me he dado cuenta de la necesidad de educar y sensibilizar a las audiencias. No basta con implementar acciones responsables si no las compartimos adecuadamente. La coherencia entre lo que las empresas comunican y lo que realmente hacen es crucial para mantener una relación auténtica con los consumidores. El público hoy no solo escucha: evalúa cada mensaje, cada campaña, cada declaración.

El compromiso por un desarrollo sostenible también nos invita a reflexionar sobre nuestro rol como comunicadores individuales. Cada red social, cada blog, cada charla es una oportunidad para visibilizar iniciativas responsables, para educar sobre prácticas más sostenibles y para contagiar esperanza activa.

Desde mi experiencia, el verdadero cambio ocurre cuando la sostenibilidad deja de ser un concepto lejano y se convierte en parte natural de nuestro lenguaje cotidiano. Comunicar no solo es contar; es construir puentes entre ideas y acciones, entre aspiraciones y realidades posibles.

Hoy más que nunca, creo en el poder de la comunicación para transformar. Creo que nuestras voces, usadas con responsabilidad y propósito, pueden inspirar comunidades, fortalecer empresas y cuidar nuestro planeta para las generaciones que vienen.

Porque comunicar para un desarrollo sostenible no es solo hablar de futuro: es empezar a construirlo desde hoy.

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