VALERIA ARGÜELLO CASTRO
Coordinadora de Investigación del Centro Ecuatoriano de Gobernanza IA
La inteligencia artificial (IA) es la promesa del futuro que todos mencionan -incluso en debates presidenciales, pero pocos entienden. Mientras algunos la idealizan como la próxima revolución tecnológica, comparable al impacto de la electricidad, otros la utilizan sin comprenderla o, peor aún, sin saber aprovecharla correctamente.
La IA no es un capricho tecnológico, sino una apuesta estratégica para liderar un futuro que, queramos o no, estará dominado por esta revolución. Este impulso global no surgió de la nada; fue catalizado por hitos tecnológicos que redefinieron lo que creíamos imposible. Uno de esos momentos clave ocurrió en noviembre de 2022, cuando OpenAI lanzó ChatGPT, un modelo de lenguaje basado en Inteligencia Artificial Generativa, marcando un hito tecnológico y transformando múltiples sectores, como la comunicación. Este avance no solo demostró el potencial de la IA, sino que también aceleró la carrera global por su desarrollo y regulación.
Prueba de ello es que, Estados Unidos anunció una inversión histórica de 400.000 millones de dólares para el desarrollo de la IA en los próximos cuatro años, mientras que la Unión Europea, como bloque, destinará 200.000 millones de euros para un desarrollo ético robusto y competitivo de esta tecnología. Estas cifras no son solo números; son una declaración de intenciones.
En América Latina, el panorama también está cambiando. Perú se destaca como el único país de la región andina con una ley y un reglamento específicos para su desarrollo. Colombia, después de tres años de trabajo y dos estrategias implementadas, presentó este año su primera política nacional de IA hasta 2030, con una inversión aproximada de 120.000 millones de dólares. Estos esfuerzos reflejan una tendencia clara: los países que no se suban al tren de la IA quedarán rezagados en la carrera global por la innovación y la competitividad.
Ecuador, por su parte, se encuentra en una encrucijada. Según el Índice Latinoamericano de IA (ILIA, 2024), nuestro país comparte la categoría de “país adoptante” junto a Colombia y Perú, pero ocupa el último lugar dentro de esta clasificación. Los desafíos son evidentes: falta una visión institucional clara y una gobernanza robusta que permita aprovechar el potencial de esta tecnología. Aunque no todo son malas noticias. Ecuador dio sus primeros pasos al sumarse a las recomendaciones de ética en IA de la UNESCO, uniéndose a 191 países firmantes de este instrumento internacional. Además, en 2024, el ente rector de la transformación digital inició el proyecto SinergIA, un esfuerzo multisectorial para dinamizar el ecosistema de IA en el país; y, la creación del primer comité multisectorial de IA del Ecuador.
Este esfuerzo multisectorial, liderado por el Ministerio de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (MINTEL), contó con la participación de universidades públicas y privadas, organizaciones de la sociedad civil, empresas nacionales e internacionales, y representantes de gobiernos locales. Entre los logros más destacados del Comité se encuentran informes técnicos que recogen recomendaciones sobre los proyectos de ley presentados en la Asamblea Nacional; y, el primer borrador de una Política para el desarrollo y el fomento del uso ético y responsable de la inteligencia artificial en el Ecuador.
Los avances de 2024 deben consolidarse en 2025. Tras las elecciones y el nuevo Plan de Desarrollo del gobierno de Daniel Noboa, se espera contar con una visión clara al respecto.
Actualmente, el desarrollo de nuevas tecnologías en Ecuador sigue siendo incipiente, y el Estado debe asignar un presupuesto específico para impulsar una estrategia o política sobre IA. La falta de recursos no solo podría dejar al país en desventaja frente a sus vecinos, sino también ampliar la brecha digital.
#PensarLaComunicación #ComunidadSentipensante #Algoritmos #SociedadDeLaInformación