PILAR QUITO ULLOA
Académica, Dircom y Asesora Política
En la era de la información, la transparencia en la comunicación gubernamental es un principio fundamental para la construcción de la confianza ciudadana y la consolidación de una democracia participativa. Sin embargo, en muchos países, incluido Ecuador, la opacidad sigue siendo una constante en la gestión de la comunicación estatal. La falta de claridad y accesibilidad a la información pública genera desconfianza, debilita las instituciones y obstaculiza la toma de decisiones fundamentadas por parte de la sociedad.
Manuel Castells (2009) señala que “la transparencia en la comunicación es el fundamento de la confianza en la era de la información. Sin ella, el poder se convierte en opacidad y manipulación”. Esta afirmación cobra especial relevancia en un contexto donde la ciudadanía demanda mayor acceso a datos veraces y oportunos sobre la gestión pública. No obstante, el discurso oficial muchas veces se ve empañado por estrategias que priorizan el control de la narrativa sobre la rendición de cuentas efectiva.
El caso ecuatoriano refleja claramente esta problemática. Los ministerios y otras entidades estatales han fallado en cumplir con los principios básicos de la comunicación institucional, afectando su credibilidad y la percepción ciudadana sobre la gestión pública. Joan Costa (2009) enfatiza que “la comunicación corporativa debe ser clara, coherente y ética, porque la credibilidad es el mayor activo de una organización”. No obstante, el incumplimiento de estos principios ha generado un escenario donde la información gubernamental es percibida como poco fiable o manipulada.
La ausencia de transparencia no solo compromete la imagen del Estado, sino que también afecta la capacidad de la ciudadanía para participar activamente en la toma de decisiones. Como señala Costa (2001), “no hay imagen sin transparencia; lo que no se comunica con claridad se convierte en desconfianza”. La falta de acceso a datos reales y la existencia de discursos ambiguos generan una crisis de legitimidad en las instituciones gubernamentales, lo que puede derivar en descontento social y una pérdida de cohesión en la sociedad.
Ante esta realidad, es urgente reivindicar la labor de los profesionales de la comunicación, quienes deben asumir un rol activo en la exigencia de prácticas éticas dentro del ámbito gubernamental. La comunicación no puede ser entendida solo como una herramienta de persuasión política, sino como un derecho ciudadano que facilita la construcción de un Estado más democrático y responsable. La transparencia debe convertirse en un eje central de las políticas públicas, garantizando que la información sea accesible, veraz y útil para la sociedad.
En conclusión, la comunicación gubernamental requiere una transformación urgente hacia la transparencia y la ética. Solo a través de la implementación de estrategias comunicativas responsables y basadas en la rendición de cuentas se podrá fortalecer la confianza pública y consolidar un modelo de gobernanza democrática y participativa. El desafío radica en superar la opacidad y adoptar un enfoque donde la comunicación sirva como un puente real entre el Estado y la ciudadanía.
Lamentablemente en nuestro país Ecuador la desinformación por parte de los medios de comunicación estatales es el talante diario. Con mucha pena se puede advertir q los señores periodistas en sus informaciones y/o noticias son sesgadas. Cantan al son de lo q quiere el dueño del medio de comunicación en este caso los medios públicos al gobierno de turno.